Esta bella ciudad cordobesa, junto al río Sinú, se complace en abrir sus puertas a los turistas. Los extranjeros han tenido cabida siempre en su territorio, como lo demuestran majestuosas edificaciones donde ellos dejaron su huella.
A un costado del bello paisaje del río Sinú encontramos a Lorica, una ciudad revestida por un importante pasado cultural que se vislumbra en sus grandes construcciones arquitectónicas.
Pobladores de origen e inmigrantes atraídos por estas ricas y prósperas tierras impusieron un sello único en maravillosas y bellas casas que se han mantenido a través de los años.
El río Sinú, que antes fue su motor comercial, hoy le da tranquilidad al poblado y brinda a los turistas un bello paisaje. Desde su nacimiento hasta su desembocadura se pueden realizar actividades náuticas, las cuales se complementan con recorridos para disfrutar de una gran variedad de fauna y flora propia de esta región. Los paseos por el río constituyen una verdadera aventura que termina en San Bernardo del Viento, una hermosa población.
Los extensos espejos de agua llenos de flora y fauna atraen a los turistas y a los artistas que encuentran en ellos la musa de su inspiración. Pinturas naturalistas, cerámicas y artesanías dan cuenta de ello.
Entre las artesanías el sombrero "vueltiao" es el más conocido. Es fabricado, desde tiempos atrás, por los indígenas de San Sebastián. También son famosas las vasijas de cerámicas, las pinturas naturalistas y las figuras elaboradas a mano con formas que simulan orígenes de excavaciones.
Para los loriqueros, como se les conoce a los nacidos en este bello lugar, la música es un ingrediente importante de su cultura. En sus corregimientos, especialmente Carito, se pueden disfrutar de alegres certámenes de porro como el Festival Nacional de Porro de San Pelayo.
La comida es fundamental en esos festines y en general en la vida del pueblo. Se ve en la amplia y deliciosa oferta gastronómica y en la gran cantidad de festivales relacionados con los alimentos. La piña, el ñame, el maíz y el plátano, entre otros, tienen sus días de homenaje. En su menú también están el sancocho de bocachico, el revoltillo de pescado desmenuzado y los patacones.
Este bello lugar de Córdoba es sinónimo de sonrisas, alegría y buena vida.
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